martes, 27 de septiembre de 2016

LAS RABIETAS


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A partir de hoy, y de forma mensual, subiremos artículos de interés para las familias, de forma que os puedan ayudar en algún momento, con la crianza de vuestros hijos e hijas.

Comenzaremos con “LAS RABIETAS”. Esperamos que sea de vuestro interés




 RABIETAS Y BERRINCHES
Sentir rabia por algo que no sale como deseábamos en una reacción natural y sana. Niños y adultos sentimos rabia en muchas ocasiones. Cuando esta rabia no la controlamos y explota sin más, es cuando aparece la rabieta.

Las rabietas son una expresión inmadura de las emociones. Cuando el niño o la niña no consiguen expresar su frustración de un modo adecuado recurre a las rabietas. Esa rabia puede surgir por muchos motivos: porque no ha logrado encajar una pieza en su construcción, porque no es capaz de expresar con claridad lo que desea, porque no quiere abandonar el parque para ir a casa o por cualquier dificultad que se presente.
Los adultos también tenemos rabietas; todos hemos visto alguna vez a un conductor gritando a otro en un atasco, o a alguien pegando golpes a una máquina porque no le devuelve el cambio. Lo que ocurre es que el adulto tiene más capacidad para canalizar esas emociones, más elementos para comprender lo que ocurre, y no necesita recurrir a las rabietas con tanta frecuencia como los niños pequeños.
Las rabietas aumentan si el niño está cansado, no ha dormido lo suficiente, si tiene hambre o si está enfermo. Suelen aparecer con un año de edad y se reducen bastante a partir de los tres o cuatro, cuando se instaura el lenguaje.
Es frecuente que cuando los niños tardan más en hablar o en adquirir un desarrollo adecuado del lenguaje, recurran a las rabietas con más frecuencia y las prolonguen algunos años más.

Todos los niños y niñas han tenido rabietas en algún momento o época de la vida. No se trata de una reacción patológica que requiera un tratamiento específico, más bien es una conducta característica de un momento evolutivo. Por lo tanto, no debemos “prohibir” esas expresiones, hay que permitirles que reaccionen así porque en ese momento no tiene otro modo de reaccionar y es positivo que puedan expresar su rabia.
Podemos encontrar distintas conductas en un ataque de rabia: gritar, llorar, patalear, pegar al adulto o lastimarse ellos mismos.
Como siempre, la reacción del adulto ante estas rabietas, será determinante para que vayan desapareciendo poco a poco y evitar que se adquieran como una herramienta más en el repertorio de conductas que tendrá en el futuro.


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LO QUE DEBEMOS EVITAR ANTE UNA RABIETA

-          Gritar, despreciar o agredir al niño: esta reacción le indica que nosotros también hemos perdido el control y no ayuda a que se tranquilice.
-          Obligarle a callar e impedir que exprese lo que siente, porque si el niño se siente mal, es positivo que no exprese, así nos permitirá descubrir qué le está sucediendo. Si le hacemos callar, no se va a resolver el motivo de su rabieta.


LO QUE PODEMOS HACER

·         Mostrarnos lo más calmados posible. De este modo podemos ayudarlo a que se calme también.
·         Si está haciendo daño a alguien o a sí mismo, podemos cogerlo con firmeza, pero a la vez con cariño y llevarlo a otro lugar donde pueda serenarse.
·         Una vez pasado el berrinche, podemos volver a encontrarnos con el niño, charlas con él o simplemente darle un abrazo, o decirle cosas como “ Se que a veces te pones muy nervioso y te cuesta mucho controlarte” “Tenemos que encontrar una forma de que podamos resolver el problema de forma tranquila”
·         Valorar muy positivamente las ocasiones donde se controla ante alguna situación frustrante para él o ella.
·         A veces, ayuda a prevenir conflictos el hecho de informar al niño sobre lo que va a suceder, evitando que se encuentre con una sorpresa. “Hoy nos iremos antes del parque porque tenemos que ir al mercado”. O avisar con un poco de tiempo “Nos vamos pronto, quedan 5 minutos”
·         En ocasiones, las rabietas surgen en casa por algo que ha sucedido antes, quizá en el colegio o con un amigo….y los niños aprovechan cualquier excusa para sacar la rabia que guardaban, pero que no se atrevieron a expresar. Si no encontramos una razón para que nuestro hijo se enfade tanto, podemos preguntarle qué ha pasado durante el día o si ha habido algo que le haya molestado.

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En definitiva, aunque resulten bastante molestas, las rabietas son el modo que escogen nuestros hijos para hacernos saber que algo no marcha bien. Podemos aprovecharlas para mostrarles nuestra comprensión y nuestro apoyo y para enseñarles a encauzar las emociones de un modo más positivo.
Pero si las rabietas se agravan y persisten a lo largo del tiempo sin causa aparente que las justifique, es obvio que se esconde un problema más profundo, por lo que hemos de consultar a un especialista 



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